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Palawan. La última de Filipinas

En las costas del mar del sur de la China, y como queriendo unir en una línea recta imaginaria las mil y una islas de Indonesia con la vasija hecha añicos que semeja el archipiélago de las Filipinas se sitúa Palawan. Los mapas nos la enseñan alargada y estrecha, dibujando una diagonal casi perfecta entre Borneo, de la que solo está separada cincuenta kilómetros, con la filipina isla de Mindoro.

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En la bulliciosa Manila y en alguna de las agencias de viaje más dinámicas del mundo empieza a conocerse también como “la última frontera”. No es de extrañar. El calificativo le viene por el gran números de espacios naturales, frondosas selvas vírgenes y extraordinarios paisajes marítimos y terrestres que hay en ella. Incluso, algunos de los más destacados expertos del sureste asiático la consideran ya uno de los destinos más interesantes de esta región, tanto por su cuidada oferta como por la riqueza de su biodiversidad terrestre y marítima.

Ahí están el Parque Marino de Tubbtaha, y el Parque Nacional del río subterráneo de Puerto Princesa, que junto al increíble parque de la reserva marina de El Nido, y los solitarios arenales del norte de “playa escondida” -considerados como de las más bellas playas del Planeta- hacen de ésta una isla exclusiva. Con estas pinceladas ¿a alguien le sorprende que a Palawan la llamen “la última frontera”?

En la frontera

El punto de llegada a la isla es su capital, llamada Puerto Princesa en honor a una infanta española, Eulalia de Borbón, la menor de las tías de Alfonso XIII. Por cierto, doña Eulalia, una gran viajera, fue una mujer especial dentro de la familia real española. En 1911 vio como su propio sobrino, el rey, le prohibía la distribución de un libelo suyo por excesivamente liberal, feminista y moderno.

En cualquier caso lo que queda hoy aquí de doña Eulalia y de esa huella española es bien poca cosa. Palawan fue la última de las grandes islas filipinas en añadirse a los dominios coloniales de ultramar, cuando en 1749 el sultán de Borneo la cedió al rey de España. Fue entonces cuando la isla pasó denominarse oficialmente isla de Paragua (antecedente de Palawan), y fue divida en dos provincias: Castilla de Paragua (la parte norte) y Asturias de Paragua (la zona sur).

Esta anexión tardía, y su posición fronteriza en unas islas que ya empezaban a estar muy lejos de Madrid, tal vez justifican que sea esta la menos españolizada de todas las Filipinas. Ahí queda, a modo de ejemplo, del contraste de las fechas de fundación de Manila, en 1571, y la de Puerto Princesa, creada en una fecha tan tardía como 1872 cuando las Filipinas estaban prácticamente perdidas para ese Imperio Español que entonces ya hacía aguas.

La posterior marcha de los “últimos de Filipinas”, cuando España perdió la guerra frente a Estados Unidos (1898), no fue el hecho histórico más remarcable de la historia de contemporánea de esta isla. Palawan también fue escenario de una importante masacre del último año de la Segunda Guerra Mundial. Una matanza de la que solo se salvaron una decena de hombres tras una increíble persecución que incluyó un salto por uno de los más peligrosos acantilados de la isla.

Una de las siete maravillas del mundo natural

Puerto Princesa respira actualmente otros aires. Conectada por avión con Manila (unos 55 minutos de vuelo) y con otra de las grandes urbes de Filioinas, como Cebú (una hora y cuarto), está unida también con barco con la capital filipina, tras una singladura de 24 horas. La ciudad conserva aún su trazado colonial hispano, y desde allí puede visitarse un conjunto de pequeñas islas paradisíacas situadas en Honda Bay donde practicar el submarinismo y el snorkell. También cerca de Puerto Princesa se encuentra una granja de cría de cocodrilos en Barangay Irawan, un vistoso mirador de delfines, las playas de arena blanca de Pristina donde se pueden practicar deportes náuticos.

No obstante, lo oferta más extraordinaria que hay cerca de la capital es, sin duda, el llamado Parque Nacional del río subterráneo de Puerto Princesa, un conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 1999. Allí, durante ocho kilómetros, se puede navegar por una corriente subterránea que desemboca en el mar tras atravesarse un paisaje cárstico increíble y una de las selvas más densas de Asia en uno de los recorridos más largos del mundo. En la visita pueden contemplarse once ecosistemas tan diferentes como el de la selva húmeda o las costa de arrecifes. No por casualidad, en una popular votación popular el pasado año 2011, fue declarada una de las siete maravillas del mundo natural.

Otra fabulosa excursión a realizar desde Puerto Princesa es la de los arrecifes de Tubbataha, también Patrimonio de la Humanidad, donde además de convivir con casi cuatrocientas familias de corales, se sitúa un santuario de seis especies de tiburones, y numerosas mantas y barracudas. Y más al norte está la zona de la reserva marina de El Nido. Un lugar donde los adjetivos se agotan y en el que se pueden disfrutar de algunos de los paisajes más bellos del paraíso, así numerosas playas vírgenes diseminadas. Soñar con las islas de la bahía de Bacuit, un auténtico Edén donde se concentra una exclusiva oferta hotelera es un lujo a la mano de muy pocos. Su entorno es comparable, e incluso superior a lugares como Krabi y Pukhet en Tailandia o Ha Long Bay en Vietnam.

Como alojarse en el paraíso

La oferta de hoteles es variada en la isla, aunque se concentra en cuatro grandes áreas: la zona sur, a un centenar de kilómetros de Puerto Princesa; en el centro de la isla en torno el área de la capital. En el norte, la zona de la reserva marina de El Nido, y finalmente en la zona de Busanga y Corón.

Una buena opción en el sur de la isla es el Crystal Paradise Resort & Winery en Narra. Un lugar extraordinario para viajar en familia o en pareja (www.crystalparadiseresort.com), que ofrece todos los servicios de un hotel de las características de un resort, pensado especialmente para aquellos que solo quieran olvidarse del mundo. En esa misma perspectiva se sitúa el Dos Palmas Island Resort de las islas de Honda Bay (www.dospalmas.com.ph). En cambio para aquellos que quieran descubrir las posibilidades de la isla, hay diversas opciones en torno a Puerto Princesa mucho más económicas: el Sunlight Guest Hotels (www.sunlightguestpalawan.com) y el también recomendable Hibiscus Garden Hotel que sirven un excelente desayuno, acogedoras habitaciones y una buena relación calidad precio.

Más al norte, a unos 250 kilómetros, en la formidable reserva marina de El Nido destacan el Apulit Island Resort y El Nido resort Lagen island situados en dos de las 45 islas de la bahía de Bacuit. Ambos de la cadena El Nido obtuvieron en los pasados 2009 y 2010 diversos premios por su sostenibilidad y responsabilidad ambiental (www.elnidoresorts.com). También en la zona de El Nido se sitúa el Amanpulo (www.amanresorts.com) uno de los más exclusivos hoteles del sureste asiático donde es posible alquilar una villa de un dormitorio, que incluye un pabellón y piscina privada, así como se dispone prácticamente de un chef y un mayordomo a nuestra disposición. Es el alojamiento más caro que hay en Palawan (y posiblemente en Filipinas), pero sus clientes dicen que su precio se justifica hasta el último céntimo.

El viajero puede acercarse a la vecina isla de Busuanga donde explorar el fantástico lago de Corón o tomar los baños terapéuticos de Makinit Hotsprings. Allí se encuentra el Club Paradise Palawan Resort Spa (www.clubparadisepalawan.com), un hotel resort correcto situado junto a una zona donde es posible bucer junto a tortugas baulas del océano Pacífico. Lugar por tanto indicado si lo que quiere es disfrutar de un entorno natural paradisíaco que está situado a una hora en coche de la reserva de fauna de Calacuit.

 
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